tras el juego ondulado de su pelo,
se oculta un pensamiento
capaz de destruir
y de crear profundos universos.
Su voz es como el aire, y cuando suena
quebranta el horizonte.
Es como un dios errante,
vagando sobre el mar incandescente
sediento de verdad.
Es la potencia oscura,
arcángel devastado, que al hacerse
consciente de sí mismo se autoinmola,
dejando como ausencia
la desolada niebla.
Santiago Cabrera Márquez