Al cuerpo se le allega. Solamente. También se lo desea. Y deseo y amor son lo mismo. Al menos de momento, mientras eperamos el Alba.
¿Por qué no iba a estar muerta, si yo no la conozco? Si no he visto su cuerpo ni sus manos. Si nunca la he escuchado. Si la he visto en mis sueños, tan solo entre delirios, perdido en el abismo de mis sombras, andando entre las calles, de una ciudad difunta. Cuando nadie me escucha, cuando la luz se ha ido. Cuando el don no existe entre las cosas. Cuando no quedan lágrimas. Entonces la conozco. Entonces la deseo. Porque estoy muerto como ella, y gracias a mí, vive.
¡Por supuesto!
ResponderEliminarY también el alma en un cuerpo equivocado...
¿En un cuerpo equivocado? ¿Cómo es eso?
ResponderEliminarPrecioso, todo el blog. Como todo lo que escribes,
ResponderEliminartodo lo que haces
y todo lo que eres.
K
¿Y tú me lo preguntas, Sueño?
ResponderEliminarLady K, muchísimas gracias. Tú tienes la culpa, ya lo sabes, al menos de estos últimos versos... y de lo que soy. Te quiero.
ResponderEliminarAlex, ahora sí que estoy confuso... ¿yo debería saberlo?
Tienes un error de base conceptual, puesto que el alma es inmortal, y al cuerpo no se le ama: a mucho se le hace el amor.
ResponderEliminarAl cuerpo se le allega. Solamente. También se lo desea.
ResponderEliminarY deseo y amor son lo mismo.
Al menos de momento, mientras eperamos el Alba.
¿Por qué no iba a estar muerta, si yo no la conozco? Si no he visto su cuerpo ni sus manos. Si nunca la he escuchado. Si la he visto en mis sueños, tan solo entre delirios, perdido en el abismo de mis sombras, andando entre las calles, de una ciudad difunta. Cuando nadie me escucha, cuando la luz se ha ido. Cuando el don no existe entre las cosas. Cuando no quedan lágrimas. Entonces la conozco. Entonces la deseo. Porque estoy muerto como ella, y gracias a mí, vive.
Precioso
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